Soñaba y parecía que recordaba.
Soñaba en una vieja casa con un ancho porche donde pendula mi hamaca azul. Arboles de mango, papaya, fruta de pan y aguacate dan sombra al portal.
El día corre despacito en la soledad del espacio, mis pies descalzos pisan el pedal de mi máquina de coser, que no es la mía, si no una vieja y hermosa Singer como la de mi abuela, con su pedal de hierro y ese sonido suavito mientras cose fino como un bordado a mano, un lindo vestido de flores, con una telita traída de un paseo por el mercado del pueblo.
Los perfumes de la cocina recorren la casa, señal de que las puertas estarán abiertas para los amigos. Olores ácidos y picantes estimulan el imaginario.
El calor aprieta e invita a un baño en el rio y a una mecida siesta antes de la puesta del sol. Al caer la tarde se alborota la pajarera como anunciando una alucinación multicolor.
Y cae… tiempo de risas, de baile y canto al rededor del fuego.
Tiempo de reír y compartir como si no hubiese mañana.
Soñaba que recordaba
Sin móvil, sin postear, sin facebook, compartiendo solo lo real, lo cálido.
Feliz solsticio de verano
0 comentarios