Siempre me a llamado la atención la manera en que cada cabeza fija los recuerdos. Hay quienes no olvidan nombres, marcas de coche, direcciones… quienes memorizan para siempre fechas de cumpleaños, números de teléfono o hasta su número de cuenta. Los hay que se saben todas las canciones, las películas, actor, director, pianista… y supongo que cada cosa estará asociada a un recuerdo.
Mi cabeza, que pensamientos ordenados tiene pocos y memoria menos, fija los sabores, los olores, las texturas. Recuerdo cuando comí mi primera seta, el primer trago de vino, el olor perocorino que compraba mi madre… y hay olores que me hacen viajar en el tiempo, probablemente no recuerde a donde, pero allá voy.
En la infancia, la vida ( y un tío de gran corazón) nos cruzo con una mujer estupenda, guapa, dulce, divertida y una magnífica cocinera. La tía Helga, fue la primera chef de cocina que conocí y desde muy pequeña me contagio el amor por la cocina, el placer de invitar, compartir y disfrutar; el respeto por los ingredientes cotidianos y la sensibilidad para sabores mas sofisticados. Con ella, pase horas de mis vacaciones cocinando y saboreando, en su casa empecé mi primer libro de recetas y aun hoy sigo cocinando como ella, sin mirar una receta jamás!
Hoy, como dice un querido amigo, «me hago un homenaje» por el regreso al blog y al taller, con una receta de la tía Helga, o mas bien, la receta del recuerdo de mi parte favorita del Gourmet Expres.
La quiche de cebollas de Helga Paschen o que ella lo corrija:
Para la pasta quebrada:
200 gr de harina de trigo
100 gr de mantequilla sin sal
1 cucharadita de sal
1 huevo
1 cucharada de agua fría
Para el relleno:
1,5 K de cebollas
1 hoja de laurel
1 taza de nata
1taza de leche
6 huevos
1/4 taza de parmesano rallado
1/4 taza de emental rallado
Para hacer la masa todos los ingredientes deben de estar fríos.
El único truco de esta masa, es tocarla lo menos posible para que no se caliente, para eso, une la mantequilla y la harina con dos cuchillos ( o en un procesador), hasta que tenga apariencia de migas. Luego añade el huevo y amasa rápidamente hasta amalgamar, si falta humedad para poder hacer una bola, agrega la cucharada de agua, poco a poco, solo hasta poder unirla.
Déjala reposar en la nevera envuelta el film durante una hora.
Mientras, corta las cebollas en juliana fina y ponla a fuego suave a fundir con una buena cucharada de mantequilla y la hoja de laurel, sofríelas poco a poco, pasaran de blanco a transparentes y de transparentes a un suave color dorado. Su volumen se reducirá en mas de un tercio, así que no te asustes! El resultado debe ser casi una confitura, las cebollas se volverán muy suaves y dulces.
Calienta el horno a 175º
Estira la masa y cubre con ella el fondo y las paredes de un molde de horno no muy alto.
Pínchala con un tenedor, debe estar toda llena de huequitos para que no se hinche, déjala en la nevera hasta que el horno alcance la temperatura y luego hornéala durante 5 minutos.
Mezcla todos los ingredientes de relleno menos el queso emental y combínalos con las cebollas caramelizadas, cubre tu masa con esta mezcla, distribuye el emental por la superficie y ponla de nuevo al horno con mucho cuidado para que la mezcla no se escape de las paredes de tu masa.
Hornéala unos 15 minutos o hasta que el centro este firme, pero suave al tacto y la superficie dorada (yo necesite un par de minutos con el grill)
El resultado es delicioso, y mañana, estará aun mejor.
La Costurilla homenajeada
Vaya, vaya. Como me gusta que nos regales esos recuerdos maravillosos asociados a una receta como ésta. Eres genial. La receta es estupenda.
Este post, no sé cómo, lo había pasado por alto. En mi memoria empezaron a saltar olores y sabores del Gormet Express. Y a resonar la risa de Helga, claro, entre otras nostalgias.